Ochoa de Masramón, Dora Delia
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Alguna de sus obras |
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Nació en Concarán, provincia de San Luis, el 2 de setiembre de 1913, localidad donde reside.
Ha ejercido la docencia primaria y secundaria. Ha desarrollado una intensa labor en la investigación de la ornitología, antropología y folklore sanluiseño.
En 1957, su trabajo "Cien aves de San Luis" mereció el premio de la Dirección de Cultura de San Luis. La Dirección de Cultura de la Nación le otorgó el premio correspondiente a la Región Centro, trienio 1960/62, a "Folklore del Valle de Concarán", obra que luego fue publicada con el auspicio económico del Fondo Nacional de las Artes, organismo que también le otorgó una beca para investigaciones folklóricas.
En el concurso Renard, 1964, de Literatura Infantil obtuvo mención especial su pieza de teatro para niños "Rachívida, la vaquita tímida", escrita en colaboración con Polo Godoy Rojo.
Ha presentado trabajos en la Jornada de Estudio e Investigación Folklórica organizadas por el Centro de Investigaciones Folklóricas "Dalmiro S. Adaro" de la ciudad de San Luis, durante los años 1963, 1964 y 1966. Ponencias en los Congresos de Folklore Cuyano realizados en 1962 en San Juan y 1968 en Mendoza.
En 1967 en el II Simposio Internacional Americano de Arte Rupestre Huánuco, Perú, llevó el trabajo "El arte rupestre en el nordeste de San Luis" y en 1970, en el XXXIX Congreso Internacional de Americanistas, realizadas en Lima, Perú, se refirió al tema "Vigencia de los Romances de San Luis".
En 1974, al acordar los premios nacionales, el Ministro de Cultura y Educación, le otorgó el referente a la producción científica por la Región Centro, 1970/72, por su obra "Aves de San Luis".
En 1981 fue expositora del tema: en las I Jornadas Provinciales de Literatura Sanluiseña, que se llevaron a cabo en la ciudad de San Luis.
Su gran capacidad literaria le ha permitido desarrollar obras de carácter lírico como narrativo y dramático, como así también obras destinadas específicamente al público infantil (literatura infantil).
Entre sus publicaciones se destacan "Folklore del Valle de Concarán", 1966; "La víbora mamona", cuentos, 1965; "Cantares de la Tradición Puntana", 1970; "Catilandia", cuentos, 1975; "Villancicos en la voz de la tierra", 1979; "Animalitos del Señor", 1982.
Escritora e investigadora incansable posee una profusa producción literaria inédita: "El grillo cri-cri", cuento; "Michino el gato musical", cuento; "El sueño de los gatitos", comedia musical; "El quirquincho y su compadre el Zorro", teatralización, etc.
Actualmente continúa dedicada al quehacer literaria y a las investigaciones antropológicas y ornitológicas.
Fiesta de Nuestro Seńor de Renca
Desde 1753 existe en el valle de Concarán la devoción de Nuestro Señor de Renca.
Según la tradición, se cuenta que en el valle chileno de Limache, un indio ciego dispuso derribar un espinillo, con tan buena suerte, que el primer hachazo hizo saltar unas gotas de savia a sus ojos; al frotárselos vio esculpida en el tronco una imagen de Nuestro Señor.
Esa imagen de Nuestro Señor de Renca en el espinillo, era conducida, tiempo después, a Córdoba por el camino que atravesaba al río Conlara y, al pasarlo, se detuvo la carreta, sin conseguir que las bestias de tiro se levantaran. Entonces quedó allí la imagen que dio origen y nombre al pueblo, que para venerarlo, nació alrededor.
La novena rezada en honor de Nuestro Señor de Renca dura días, culminando su culto el 3 de mayo.
Con debida anticipación empiezan a pasar los "carros falderos", es decir los carros que traen frutas de las quintas de la falda de la sierra de Comechingones. La provisión consiste de naranjas, limas, higos secos, nueces, pelones, descarozados y orejones. Estos carros van cubiertos con una lona blanca y tirados por mulas o caballos, además de un caballo o yegua, que con bozal y cencerro, camina adelante y los amadrina cuando quedan en libertad.
En la calle de entrada al pueblo se instalan los falderos con sus carros, donde cargan también leña delgada, los ingredientes para el mate, la parrilla para el asado y ponchos y cutamas, y las carpas para "atender a la gente", allí se pueden comer chorizos, asado, pasteles, empanadas, vino, cerveza, etc. En los locales cerrados se organizan bailes. No faltan los guitarreros y cantores. Alrededor de la plaza, en mesas y mostradores, se exhiben fantasías, golosinas, cigarrillos, frutas y ahora puede verse hasta una exposición de cocinas a gas y querosén y utensilios para el hogar.
Ya son tradicionales los "trenes de los peregrinos" que corren desde Justo Daract y Villa Dolores (Córdoba) a Tilisarao, para el traslado hasta Renca hay ese día servicio de ómnibus y coches de alquiler.
Durante los días de la "función" del Milagroso Señor, los devotos encargan misas en acción de gracias o en pago de promesas. Tanto a las misas como a las novenas van fieles de los pueblos vecinos.
En las noches de novena se entonan cánticos ante del rezo del rosario y de la novena del Señor y después se rezan los gozos dedicados al Divino Señor.
El día 3 las misas empiezan desde las 6 y los promesantes y fieles tienen oportunidad de comulgar hasta que los repliques de campanas y salvas de bombas anuncian la concentración de peregrinos en el atrio del Santuario y en las calles adyacentes para seguir con mayor recogimiento la misa cantada, y después acompañar la imagen del Milagroso Señor en la procesión alrededor de la plaza.
Después que se ha cantado el Himno Nacional, los fieles despiden con los pañuelos a la imagen del Señor de Renca y empieza el desbande de gente. Gran número de peregrinos se dirigen hacia el río Conlara donde, bajo los sauzales, almuerzan y descansan hasta el momento de la partida.
de "Folklore del Valle de Concarán"
Entre las sierras de Comechingones, límite de las provincias de San Luis y Córdoba, y las pampas, ondulaciones y lomadas de las estribaciones de la Sierra de San Luis al Oeste, se extiende el valle de Concarán, denominado también valle del Conlara por estar surcado de Sur a Norte por el río del mismo nombre.
El valle de Concarán abarca 200.000 hectáreas y, desde las Sierras de San Luis y Córdoba, es parejo el declive hacia el centro hasta culminar en la cuenca del río Conlara, con los arroyos y vertientes que recibe desde el límite de la "división de las aguas" para el Sur y Norte, que desde el N.E. de la provincia marca la línea de la cumbre de los cerros de Carolina y Cerros Largos y sigue por el Morro al Sur hasta la sierra de Comechingones al Este.
Al nombre Conlara se le atribuye que ha sido el de un cacique y, Concarán, es una deformación de esta misma denominación. En los mapas antiguos el río Conlara aparece como río Concarán, mientras, que en la tradición es recordado como río de la Cruz.
Hace más de 60 años que desapareció el bosque de algarrobos que cubría el valle desde Renca hasta Villa Dolores (Córdoba). Su desmonte marca la época de las grandes hachadas, cuando cientos de hombres transformaron el silencio de la espesura en manifestación de vida: ruido de sierras con golpes de hachas, crujir de ruedas con pasos de mulas; gritos de cargadores con restallar de látigos, pero el bosque cobró sus víctimas. Los montes se endurecían ante el hacha y, cuando al fin caían vencidos, no pocas veces aplastaron al victimario. La venganza no se satisfacía; las raíces abandonadas buscaban su tallo; en la búsqueda tumbaban al carro que cayera a la tierra lo que la tierra había alimentado.
Cuentan que el perfume del follaje exaltaba a los hombres, y se mataban o "quedaban mal heridos" después de la rencilla.
Fue la época de los hornos de carbón. Los troncos, ya negros y humeantes, aún desataban su ira en los carboneros hundidos en la bóveda de infierno.
Cuando los bosques "se fueron muy lejos" llegó el ferrocarril, y los terrenos desmontados fueron campos de cultivo y pastoreo. Cambió la vida en el valle, pero se acusa al alejamiento del monte la escasez de las lluvias.
de "Folklore del Valle de Concarán"
La época de las lluvias termina en abril., "cuando empieza a refrescar". Los días de Semana Santa siempre se presentan nublados, eso ayuda a los que el viernes santo salen a matar víboras para ganar indulgencias; el tiempo sigue sereno y agradable hasta que, después de los veranitos de San Juan, el frío se manifiesta en toda su intensidad. La sequía alarma; los campos están quemados por las heladas, sobre todo si son más seguidas las heladas negras. Entonces se espera una nevada porque su humedad penetra asegurando buena cosecha; pero al entrar agosto, sus vientos continuos borran toda esperanza; es un mes de temores y enfermedades. El 10, festividad de San Lorenzo, abogado de las quemazones no se debe trabajar para que el santo ampare los campos contra el fuego y lo apague si estuviera encendido.
El 24 (agosto) es el día de San Bartolomé apóstol, andan todos los diablos sueltos, circunstancia que impone precauciones para que los mandingas no puedan provocar un incendio y queden "con la cola entre las piernas" de vergüenza por el fracaso de sus malas intenciones, resentimientos que los induce a soplar la tierra. Cada diablo se hace remolino que cruzan los campos en todas las direcciones y, torciendo el rumbo hacia alguna persona que camina en el lugar, cuya defensa contra la amenaza de ser levantada consiste en ahuyentarlo con las palabras: ¡cruz! ¡cruz! ¡cruz diablo! Los diablos chicos también juegan en los patios, en los caminos y entre los montes; son esos pequeños remolinos que se corren unos a otros.
Al finalizar agosto se espera la tormenta de Santa Rosa, considerada como riego benefactor. En Santa Rosa, pueblo donde es patrona se le hacen las rogativas durante la procesión, que con su imagen se realiza el día 30.
Si no se produce la lluvia esperada, se prolongan las esperanzas hasta el 20 de setiembre, día dedicado a la Virgen de lo Dolores patrona del pueblo de Concarán, llamado también Dolores. Mientras tanto, los enfermos y ancianos, aseguran su vida al llegar setiembre, pues agosto es el mes malo. A una persona consumida por algún mal se le augura: "no pasará agosto".
... Empieza la primavera sin asentarse el tiempo. El viento Norte caldea la atmósfera; nubes errantes surcan el cielo; hay probabilidades de lluvia. A la noche se calma el viento, pero al siguiente, después de la mañana serena, se levanta otra vez ...
Ahora se esperan las lluvias de octubre; las lunas anteriores se han hecho con viento, pueda ser que vengan los chaparrones de la luna en cuarto menguante, como preludio seguro de lluvia, y, si se producen antes que se dé vuelta la luna, lo probable es que la luna nueva se hará con agua. No falta el pronóstico: los terneros retozan, las perdices piden agua con sus silbidos, los burros buscan sus casas, los sapos cantan a coro en las represas; el sol se oculta al atardecer, tras de una barra oscura o rodada y, tantos sapos han puesto panza arriba, que al fin llueve.
Brilla el agua en los campos, los teros cantan su alabanza, los sapos y ranas lo agradecen, los pájaros se bañan en los charcos y la hacienda mordisca el pasto mojado.
En las casas recogen el "agua llovediza" para lavarse la cabeza y en los aljibes para beber. Empiezan las aradas para regocijo de los chimangos; se piensa en el rinde de las siembras, en el precio del pasto, en el zapallar, en el sandial, en los tomates y en el cebollar. Renace la vida y la belleza en el valle, se arrullan las palomas, llegan las golondrinas y florece el monte.
Ya han cuajado los duraznos, peras, manzanas y damascos, mas no deja de inquietar un nuevo terror: la helada tardía y la tormenta de Santa Bárbara el 4 de Diciembre, con truenos, refucilos, rayos y la consabida manga de piedras. Pero ya están listas las velas benditas y la rama de palma bendita para prenderla junto con la vela, en caso de tormenta brava, a la que se corta haciendo con el cuchillo tres cruces en el aire, al terminar se clava éste en el suelo, y quien lo hizo debe caminar sin mirar la tormenta y recitando la siguiente oración protectora:
San Bartolo se levantó
su pie derecho calzó
su caminito caminó.
Bartolo subió a los cielos
se encuentra con Jesucristo,
- Volvete, Bartolomé,
que yo te daré tal don
que en la casa que llegares
no caerá piedra ni rayo
ni mujer morirá de parto
ni hombre de a caballo
ni criatura de espanto
ni doncella perderá su nombre
contra el Espíritu Santo.
Se repite tres veces, y a continuación se reza el trisagio:
Santo Dios
Santo Inmortal
Santo fuerte,
líbranos Señor
de todo mal.
de "Folklore del Valle de Concarán"